El pasado miércoles, 1 de octubre, dando, como cualquier jubilado, mi
paseo por la ciudad, un paseo por necesidad de mi edad avanzada, por mandato
facultativo y, de momento, querido también por mi. Al llegar a la calle Obispo
Juan de Ribera, contemplé una muchedumbre de personas mayores (según la prensa
del día 2. más de un millar), mujeres y hombres. Todos ellos vestían una
camiseta de color blanco e iban alegres, dicharacheros entre sí, y, según me
contó un participante, iban hacia los jardines que están anexos al Instituto
Bioclimático de Badajoz en donde iban a ver y escuchar los bailes y cantos regionales extremeños que grupos de ellos habían preparado y
terminarían con un pequeño refrigerio ofrecido por el ayuntamiento. Era la
forma que les había ofrecido el consistorio para celebrar el Día Internacional
de las Personas Mayores instituido por la ONU.
Pero antes de recibir la información anterior por parte de este
participante y sin recordar que se celebraba ese Día Internacional, y a la
vista de la manifestación que estaba contemplando de tantos Mayores con su camiseta
blanca que podía significar algún tipo de protesta, empezó mi soliloquio interno
que transcribo entrecomillados: “¡ por fin! Ya era hora que se manifiesten nuestros mayores de la ciudad, en paz y
orden, por nuestras calles para protestar y denunciar todo aquello que en la
actualidad les ha creado y les seguirá creando una vida ajena a ese
medio-bienestar- social que habían vivido años atrás. Y la camisa blanca que
llevan puesta es el signo que representa un pasado ajeno a los dolores que les provoca la incertidumbre
social que están soportando junto a sus hijos y nietos”. Y seguí con mi
soliloquio: “ahora cuando lleguen al lugar de concentración, algunos de ellos
les hablará para que denuncien, los recortes que está sacudiendo las raices y
fundamentos de su bienestar social. Denunciarán la congelación de sus pensiones
¡ya! pese a lo ficticio y burlesco de ese 0,25% que nada tiene que ver con
aquellas subidas acompasadas al IPC reinante. Denunciarán la existencia de los
recortes presupuestarios para la Ley de
Dependencia con una rebaja hasta del 40%, dándose el caso flagrante, incluso para los que les fueron aprobado sus
solicitudes lleven casi dos años sin recibir la prestación que les corresponde,
conocièndose casos de fallecimientos de algunos solicitantes. Denunciarán las
miles de solicitudes sin evaluar aún por recortes del personal. Denunciarán el
copago “dichoso” de sus medicinas y los recortes en sanidad suprimiendo centros
de urgencias, más salas de rehabilitación, necesaria para su movilidad por la
edad que atraviesan, camas hospitalarias para crónicos, recortes para centros
geriátricos y centros de día. Denunciarán la bajada de las prestaciones por
desempleo con las graves repercusiones para sus hijos y nietos en paro, a los
que ellos están ayudando con su propia pensión acarreándoles un sufrimiento
cotidiano. Denunciarán la falta de más guarderías para sus nietos. Denunciarán
también la falta de protección para el maltrato que algunos reciben, sobre todo
los más impedidos.” Y sigue mi soliloquio interno: “denunciarán la falta de protagonismo político
de los Mayores frente al tele-dirigismo que sobre sus asociaciones ejercen los
políticos no dejándoles participar en las decisiones que sobre ellos ejercen,
en especial, las de carácter social, económico y político y como muestra ahí
están los sindicatos de jubilados, asociaciones de mayores, Pacto de Toledo (
¡que ironía, esto último, sin influencia alguna en las grandes decisiones!)…
Y desperté de mis soliloquios antes de llegar a mi casa, entrando en
ella con un rictus amargo, aunque con esperanza, pensando que esos soliloquios
no soy yo solo quién los ha tenido sino que los tienen muchas más personas
mayores que participan en otras manifestaciones distintas a la que yo había
presenciado; me sirvió para pensar que aún se puede hacer algo si todo los
Mayores fuésemos capaces de unirnos y no dejar que nos manipulen y alienen. Pero me alegré de verlos
alegres ese día aunque piense que cada uno llevaría por dentro su propia
“procesión.”
Este día, 1 de octubre, es el Día Internacional de las Personas
Mayores, para que las instituciones políticas del mundo, de cada continente, de
cada país, de cada comunidad y de cada pueblo, se acerquen a los Mayores y les
hagan participes en las soluciones de los problemas que les afecta pero aceptando
dichas instituciones las grandes experiencias de vida que los mayores tienen y
quieren transmitir. . y que todo, en este día, no lo ocupe solo lo lúdico,
aunque también se necesite. Así lo quiso la
y lo quiere la ONU y nuestras Instituciones Europeas.
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