sábado, 1 de junio de 2013

LA LEY DE IGUALDAD, ¿ EN RETROCESO?

Hace unos pocos días hemos “celebrado” el Día Internacional de la Mujer. Y digo “celebrado” porque, salvo excepciones en los medios e instituciones más progresistas, ese día ha sido “celebrado” al igual que las celebraciones que realizan muchos colectivos, que más bien se parecen a las actividades de ocio y tiempo libre. Y sobre todo por parte de las mismas instituciones que componen el gobierno de nuestro país ¿Dónde está el mensaje profundo en densidad humana y social de la Ley? Y ¿ por qué, en el mejor de los casos hablamos más de las desigualdades de género que del resto de las desigualdades transversales contra las que también denuncia y rechaza la Ley? Para más “inri”, en el mismo Día Internacional de la Mujer aparece el caso del Ayuntamiento de Ponferrada protagonizado por el partido que cuando gobernó todo el país y, llevado por su ideología social e histórica, aprobó la Ley de Igualdad. Triste hecho realizado por un partido que a lo largo de su historia nos ha dado “ciento y raya”, como se dice en mi ciudad, del significado esencial de lo que es “lo social” en todo su contenido. Por su reacción, todos esperamos que sea la última vez. Yo lo deseo.

Me noto cabizbajo y triste por la sensación que estoy sintiendo en estos últimos tiempos, del retroceso que se está operando en los universales y necesarios valores de la solidaridad y la convivencia social, en los que se basa todo el contenido de la Ley de Igualdad. Incluso pareciéndome muy bien todas las directivas políticas acerca de la exigencia del cumplimiento de la Ley de Igualdad, emanadas de los Organismos Internacionales incluida la misma UE, al menos teóricamente; pero, sin embargo, sus políticas de recortes y restricciones económicas están provocando gravísimas desigualdades entre las clases sociales españolas en detrimento de las clases bajas y medias y nunca de la clase social de los poderosos, siendo ésta la más grave desigualdad que nos está invadiendo y que tanto tardaremos en hacerla desaparecer, si es que podemos hacerlo.

Toda esta sensación que siento, acerca del retroceso en la aplicación de esta magnífica Ley ¿será debida a la mala praxis política y económica que está ejerciendo sobre los ciudadanos la Institución que nos gobierna actualmente tanto a nivel de España como de Europa?. Nunca un país como el nuestro se ha levantado tanto en protesta social como en la actualidad en la lucha contra el paro laboral, contra la sanidad privada y no pública ni universal, contra una educación restrictiva en profesores, en programas educativos que formen la personalidad humana y social y con una financiación que en nada se parece a los países europeos, contra un avance de la pobreza a límites que nunca podíamos sospechar…etc.

En esta lucha casi de supervivencia en que estamos que, a algunos les está llevando a una acumulación de estrés, de depresión y en muchos momentos de desahucio y desánimo total en sus vidas, me hace pensar si todo esto que vivimos tan negativo, ¿ será la muralla que nos está impidiendo a todos una mayor y mejor lucha contra las desigualdades que siguen existiendo en la convivencia humana y que es un lastre más que estamos padeciendo todos? Aquello que nos decían los clásicos de “primum vivere, deinde philosophare” ¿es nuestro dogma actual de lucha para sobrevivir? ¿es, para nosotros, en esta etapa dolorosa que estamos pasando, el cumplimiento de esta Ley, un “philosophare” que queremos dejar para más adelante ya que ahora nos toca luchar para sobrevivir?. Quiero pensar y sobre todo sentir que esto no lo queremos vivir porque además sabemos que por debajo y en medio de este sufrir de hoy coexisten otros sufrimientos que guardan relación esencial con los objetivos que persigue la Ley de Igualdad. Y estos objetivos tienen también su realidad tremenda, en la actualidad, y son las desigualdades que llamamos transversales que están haciendo sufrir a muchos colectivos de ciudadanos y que expongo someramente con la promesa de ampliarlos en otros futuros escritos porque es mucho el dolor individual y social que llevan consigo.

Entre las desigualdades que llamamos transversales tenemos el “edadismo” (desigualdad en razón de la edad) que tanto hace sufrir a mujeres y hombres que por la edad no son acogidos para un trabajo o viven en la pobreza o soledad más dolorosa; como son las desigualdades en razón de la orientación sexual con respeto hacia las leyes aprobadas por los gobiernos tanto en el ámbito penal, como civil, como laboral y sanitario-social; como son las desigualdades en razón de las discapacidades luchando a favor de la integración de estas personas en el mundo laboral, en la accesibilidad en todas sus necesidades, especialmente las de la dependencia con todos sus factores que están siendo tan restrictivos, como son las desigualdades por las ideas religiosas en un país como el nuestro, constitucionalmente aconfesional pero, por tradición nefasta, en desacuerdo con las prácticas de otras confesiones; como las desigualdades en razón de la etnia con tantas y tantas prácticas xenófobas que se siguen dando, incluso por dirigentes políticos actuales que viven la intolerancia más radical…etc.

 Quizás tengamos que crear plataformas de “indignados” como las que han surgido en nuestro país contra la forma en que se está gestionando la crisis económica y la caída de la sociedad del bienestar. Estas plataformas de “indignados” tendrían que surgir en cada uno de los colectivos que componen nuestra sociedad como un compromiso inherente a ellos y no solo para denunciar en donde y cómo se practican las desigualdades sociales sino luchar para implantar modelos de convivencia para que todos y cada uno de esos colectivos que conformamos esta sociedad sean y vivan más lo igualitario, porque POR AHORA, PARECE, QUE NADA PODEMOS ESPERAR QUE LO HAGAN LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS. y más adelante….tengo muchas dudas y no veo luz alguna, a medio plazo.


Juan José Sierra Romero.- Jubilado y presidente agrupación local de Coalición Extremeña CREX-PREX de Badajoz.

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